Camina en la Luz, Corre a Cristo | 1 Juan 1:5 - 2:2
¡Bendiciones! Que Dios bendiga a todos.
Hoy vamos a profundizar en el mensaje transformador de 1 Juan 1:5 al 2:2, explorando cómo la luz de Dios revela nuestro pecado, pero también nos ofrece la seguridad y esperanza en nuestro Salvador. Analizaremos juntos tres grandes verdades que nos animan a caminar en la luz y a correr a Cristo cada día.
Dios es Luz: El Fundamento de Todo
Comenzamos en 1 Juan 1:5-7, donde el apóstol nos recuerda con firmeza: "Dios es luz y en Él no hay tiniebla alguna." Esta verdad no es simplemente un recurso poético, sino una declaración poderosa sobre la pureza, santidad y perfección absoluta de Dios. No solo posee luz ni camina en luz, Él es la fuente y el estándar de toda verdad y pureza.
Allí donde está Dios, las tinieblas no pueden existir. Así empieza nuestro entendimiento del evangelio: conociendo primero quién es Dios.
El Peligro de Negar Nuestro Pecado
Vivimos en una cultura que busca un "dios" hecho a nuestra imagen, un dios que nunca juzga ni confronta, solo aprueba. Pero ese no es el Dios de la Biblia. Juan es claro: si decimos que tenemos comunión con Dios pero andamos en tinieblas, mentimos.
El negar nuestro pecado no nos limpia, nos engaña. Es un autoengaño espiritual grave, no un simple error. Decir que no hemos pecado es, en palabras de Juan, "hacer a Dios mentiroso" (1 Juan 1:10). Negar nuestro pecado equivale a decir con nuestros hechos que la cruz fue innecesaria y menospreciar la obra de Cristo.
La tendencia humana es justificarnos, dar excusas o minimizar la gravedad de nuestro pecado. Pero la confesión, no la negación, es lo que nos acerca a la gracia. “Si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
La Seguridad en Nuestro Salvador
A pesar de nuestra realidad pecaminosa, Dios no nos deja aplastados por la culpa. Juan nos dirige a nuestro mayor consuelo:
“Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen, pero si alguno peca, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Él es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:1-2).
Jesús no solo nos salvó en el pasado, sino que hoy es nuestro abogado, defensor y el justo que presenta su justicia perfecta a nuestro favor. En la cruz, Jesús absorbió por completo la ira que merecíamos; no queda deuda ni juicio pendiente para quienes descansan en Él.
Responde al Llamado: Camina en la Luz
No ignores tu pecado ni vivas comparándote con otros o dando excusas. La gracia no es automática: exige arrepentimiento y fe genuina. Acércate a Dios reconociendo tu necesidad, con humildad y confianza en Cristo como tu abogado y salvador.
Si hoy no conoces a Cristo, Él no te despreciará si vienes en fe y arrepentimiento. ¡Ven tal como eres y recibe la seguridad de una salvación completa!
Reflexión Final
Camina en la luz. No niegues tu pecado, confiésalo y corre siempre a Cristo. Él es nuestro abogado, nuestra propiciación y la verdadera luz. Que cada día te recuerdes a ti mismo: Jesús salva completamente a quienes se rinden a Él.
Oremos:
Señor, gracias por tu luz y por revelar nuestro pecado, ofrecernos gracia en Cristo. Ayúdanos a caminar siempre en la luz, no negando nuestra necesidad, sino corriendo constantemente a Jesús, nuestro fiel y justo abogado. Amén.